domingo, 21 de noviembre de 2010

Siempre Precabida

Creí haber soñado con él. Yo estaba en la cafetería a la que íbamos siempre en el centro, en un instante se abría una puerta y como haz de luz entraba Alan. Llevaba puesto su jeans roto y fumaba un Malboro, mientras acomodaba su castaña cabellera al son de la música. Giraba su mano derecha señalándome, yo me paraba como una gacela y corría hacia sus brazos. Entre tanto, todos en el bar se ponían de pie y gritaban por los dos. Una mujer decía -al mejor estilo serie de People+art doblada al español- "está hermosa con ese vestido blanco". Vieja estúpida, yo llevaba un jean. Un niño sonreía diciendo "Aún con el pelo corto es bella, increíble". Yo tengo el pelo largo. Mierda. Giré la cabeza y detrás de mi venía Silvina corriendo con sus terribles gambas, el pelo recortado y un vestido blanco que la convertía en Moby Dick con sobrepeso. Me tacleaba y saltaba a los brazos de Alan. Si, se besaban.
Me levante absolutamente sacada, fuera de mi, transpirada. Yo sabía lo que significaba esto. Era una advertencia del destino: no debía conectarme mucho con Silvina porque la gorda me iba a quitar lo que en un tiempo había sido mio. Debía avivarme y actuar maduramente de forma inmediata. Tome mi arma: el teléfono.
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-Roma? me llegó un mensaje tuyo al contestador, medio raro. No lo terminé de entender. Me extrañó tu voz y tu acento, ¿estás resfriada? Qué le pasó al vestido blanco de la ballena de la película? Es que no vi Moby Dick. Y es un bajón lo de tu ex en el bar. Después decime quién es la zorra gorda hipocondríaca que va a estar con él. L parte de sacarme el útero por la boca... ¿qué onda?... ¿Vos le estás pegando al porro de nuevo? ¿Y desde cuando te haces llamar "Vladimir Cientijeras"?. Te veo en unas horas, amiga, y me contás bien.
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¿Maduramente? Mierda, tengo que aprender a poner número privado cuando quiero hacer estas llamadas.

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