miércoles, 2 de febrero de 2011

TODO EN FAMILIA

Si hay algo que sé desde que tengo uso de razón es que las mujeres hacemos todo lo posible para sentirnos perseguidas. Es nuestro orgasmo emocional. Llegamos al climax cuando alcanzamos el grado máximo de preocupación. Y si, Sil y yo somos mujeres.
La vida en una empresa es agobiante, y más siendo telefonista en la redacción. Todo comenzó hace una semana cuando vimos que el jefe nos miraba de una manera bastante provocativa, perturbante y hasta puedo decir inquietante. Podemos cumplir el rol de cuasi secretarias pero no por eso somos mujeres sin juicio que nos entregamos al primer postor con tal de ascender. Bueno, hablo por mi, porque a Sil me parece que le llamó bastante la atención, y hasta le gustó, la idea de que nuestro jefe nos mirara.
Entre teléfonos y teléfonos, coca lights y café con leche y media lunas empezamos a sacar conclusiones.
-Yo se que clase de hombre es éste, Roma. Yo los tengo muy junados. Los huelo. Este tipo anda en algo malo... no te digo en la trata de esclavas pero....
-Vos decís Sil? Será por nuestras polleras? Yo no puedo afrontar todo esto, todavía no me saco a Alan de la cabeza...
-Yo me acostaría con él, pero sólo para que aprenda a no jugar con una mujer....Entre nosotras... me contó el portero que anoche trajo a una mujer acá adentro, que por la apariencia parecía prostituta, y todavía no se fue
-Osea que sigue con ella ahí adentro? Desubicados.. los dos.. Qué clase de mujer sería capaz de hacer eso?
-Hay de todas Romita, hay de todas...
No tardamos en decir eso, que se empezaron a escuchar ruidos extraños que venían del interior de la oficina. Un grito y un silencio abrupto. Con Sil nos miramos. La puerta empezó a abrirse frente a nosotras. Estábamos tiesas. Iba a ser un momento sumamente incómodo...
-Mamá?

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