viernes, 4 de febrero de 2011

HOMBRE MATA AMISTAD

En la oficina el trabajo venía bien. Y pintaba mejor. Con Sil nos sentíamos que eramos el foco del deseo: sumamente atractivas. Primero las miradas por lo bajo de nuestro jefe -que no pasó a mayores gracias a que nos enteramos que mamá tenía un affaire con él-, después Sil que había intimado algo con el portero, y ahora había aparecido un muchacho de la sección de espectáculos que siempre que pasaba nos elogiaba.

"Diosa con ese color de lápiz labial!!", "Upa, Sil que bellos esos bucles, ¿cambiaste la crema para peinar?" "¿Remera caqui? perfecta elección" "Algodón peruano, del mejor del mundo.. ¡lejos!" Eran algunas de las frases con las que nos levantaba el ánimo cada mañana. Lo olíamos desde el principio: él nos estaba coqueteando. El tema es que éramos dos mujeres para un sólo hombre (podíamos tolerar -aunque nos costara bastante- el hecho de que seamos dos mujeres para un sólo teléfono, pero cuando hay sexo de por medio todo cambia)

Así es que no tardaron en aparecer los problemas. Sil me echaba en cara que yo no había cortado lazos aún con Alan, y por ende no podía empezar otra relación. Y yo, por mi parte, le decía a Sil que Bruno -el chico de espectáculos- no era su estilo: él era talentoso y libre como una gacela, y ella en cambio, estaba estancada en la vida -cualquier similitud con lo realidad juro que no fue pensada- como una ballena varada.
Yo sabía que había en Bruno lo necesario para que yo me olvidara de Alan. Así es que empezó una guerra a muerte contra Sil por el premio fálico. Porque las mujeres podemos ser algo débiles, pero cuando se pone en juego nuestra capacidad para coquetear y copular, somos fieras acorraladas dispuesta a morir o matar.
ROMA

1 comentario:

  1. naaa es excelente!!! jajaja a morir o matar.. moyy bueno!! stefi cuello

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